Las aulas de ballet, el trabajo de barra, el trabajo de centro, los grandes saltos y allegros fueron su lenguaje, la docencia su virtud, hacía realidad los relatos fantásticos, traducía sentimientos y emociones en movimientos, era creadora de legados artísticos, ella fue en vida, la Maestra Ramona de Saá.
Ramona de Saá, fue discípula de Alicia Alonso, y por mucho tiempo directora de la Escuela Nacional de Ballet (ENB) Fernando Alonso, en la Habana, Cuba, además, fue profesora adjunta del Instituto Superior de Arte (ISA) en Cuba, y metodóloga del Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEArt) también en Cuba.
La Compañía Danza de Ballet Mazatlán fue asesorada por la Maestra Ramona de Saá, su legado como docente y como mujer está ahora en su discípula, la Maestra Zoila Fernández Fernández.
La siguiente narración, forma parte de un capítulo de vida de la maestra Zoila, en el cual, se reflejan valores, se proyectan metas y se consolidan proyectos a pesar de circunstancias, a pesar de distancias, ahora ante la ausencia surgen nuevos motivos para continuar, nuevos sentimientos para seguir formando bailarines con el legado de su “Discípula”, Zoila Fernández.
– Creo que la perdida de la maestra Ramona para el mundo de la danza va a ser muy notorio, porque ella significó mucho para la cultura cubana, y para el mundo internacional de la danza, por todo lo que aportó, y por todo el legado que nos deja. A mí me apena mucho su partida porque fui una de las maestras y alumnas muy cercana a ella, por muchas razones, porque la vida nos unió en circunstancias a veces agradables, y a veces muy desagradables lamentablemente.
Era una persona que tenía mucha confianza en mí y yo siempre trate de no defraudarla, trate de aprenderle como muchos maestros cubanos, todo lo que ella nos enseñó la maestra Ramona de Saá lleva a una generación de alumnos que nos fuimos formando como pedagogos, para que la Escuela Cubana de Ballet pudiera perdurar y se transmitiera de generación en generación, creo que esa es su más grande aportación a la danza cubana.
Se nutrió de todas las enseñanzas y de todos los consejos que Alicia y Fernando Alonso le sembraron, y sabiamente los transmitió a todos nosotros. La maestra Ramona en un periodo en los años 80s en Cuba reunía a todos los maestros de todos los estados de Cuba y hacíamos 15 días de seminarios intensivos, donde nos explicaba como debíamos de enseñar, de qué manera debíamos dosificar y estructurar la clase, y como debíamos seguir haciendo hincapié en que había una escuela que había surgido, y que el mundo tenía que reconocer que era la que hoy es tan importante en el mundo de la danza, la Escuela Cubana de Ballet.
De ella aprendí el amor al trabajo, la pasión (su voz quiebra y hace una pausa de silencio) y creo que todos sus alumnos pueden decir lo mismo. Era una persona incansable, no tenía horario para trabajar, entrabas al salón y no sabíamos a qué hora podíamos terminar, porque amaba tanto lo que hacía… creo que la generación que nos formamos con ella somos un poco su reflejo -seca las lágrimas que corren por sus mejillas-. Era una persona honesta, altruista, ayudaba a todo el que podía, amaba mucho a sus hijos, desgraciadamente aquí en Mazatlán tuvimos la perdida de su hija menor…-hace un silencio e intenta contener el llanto-… ¡que fue como mi hermana o es mi hermana!
Y todo ese proceso doloroso lo vivimos juntas, con muchas noches de complicidad, de desvelo…su nieto Jesús Manuel (hijo de la maestra Margarita) todavía mantengo contacto con él, fue quien me aviso del fallecimiento de su abuela.
En Cuba se está viviendo un dolor muy fuerte, y creo que internacionalmente en todos los maestros cubanos que estamos vinculados a la enseñanza del arte.
Aquí en Mazatlán, gracias a ella se hizo un convenio de colaboración entre la Escuela Cubana de Ballet con el Municipio de Mazatlán hace exactamente 32 años. Dedicó gran parte a los seminarios metodológicos a Mazatlán porque no quería que esa semilla que se había sembrado aquí en la Escuela Municipal de Artes con la pedagogía con la Escuela Cubana de Ballet, se perdiera. Gracias a esto hasta hoy en día se ha mantenido estrechamente la vinculación entre la Escuela Cubana de Ballet y los maestros asesores cubanos metodológicos que tenemos aquí en el Centro Municipal de las Artes, que es la maestra Sandra Pérez Cabrera, Elvia Caballero, y yo, Zoila Fernández.
La Maestra Ramona Saá, hacía mucho hincapié en que Mazatlán era una plaza para el mundo entero; se reconoció dentro de los festivales internacionales de ballet que Mazatlán era un centro pedagógico de formación para los futuros bailarines, por todo el proceso docente que se había comenzado con la asesoría de la Escuela Cubana; Amaba Mazatlán, siempre estaba pendiente de que estaba pasando, o cómo se estaba logrando. Cuando se fundo en el año de 2011 la Compañía de Ballet ella estuvo presente porque ella también guio estos pasos y gracias a sus recomendaciones, gracias a sus consejos y gracias a su visión que nos inculco pues hoy Mazatlán también cuenta con una Compañía de Ballet que siempre estuvo apoyada por el licenciado Raúl Rico, porque en esas primeras conversaciones, pues estaba ella, estaba Raúl Rico y estaba yo.
Elaboramos todo un plan de desarrollo para que la ciudad siguiera apreciando el arte de la danza clásica pero que las alumnas de ballet a la vez tuvieran como un proceso dialectico correspondiente a la enseñanza y aprendizaje y que no solo se quedaran en los talleres, sino que también tuviéramos el nivel medio y que pudieran entrar o ser parte de la agrupación de la Compañía de Ballet de Mazatlán.
Para mi es un honor haber tenido el privilegio de ser tan cercana a ella, no todo el mundo aprovecho todas las enseñanzas que ella nos brindó, porque ser maestro es muy difícil, porque primeramente tienes que tratar con individualidades, particularidades de los diferentes alumnos y tratar de ver cual es el que realmente tiene la pasión por la enseñanza. Nos podemos formar muchos como maestros, pero esa actitud, ese amor por la enseñanza no todos lo tienen, no todos son evangelios, la maestra Ramona tenía un ojo clínico muy especial que ella cuando nos graduábamos decía “El puede ser un buen maestro” “El puede ser un buen bailarín ejecutante” y pudo diversificar para poner a cada quien donde debe estar.
Puedo ver sus manos como las movía, tenía unas manos preciosas, unas manos bellas, la veo dando los consejos para ser un buen bailarín ejecutante, la puedo ver en Holguín en la Escuela Vocacional de Arte en donde estaba Henry Wilson y otros artistas dando asesorías técnicas metodológicas y quedándose en mi casa , no solamente era la maestra del salón, era la maestra en la casa, era a la maestra a la que yo atendía, la que le hacia la comida preferida, la que le colaba el café que a ella le gustaba y muchas platicas no solemne del ballet, sino también platicas personales, después su hija Margarita Naranjo vino aquí a vivir conmigo ocho años, Margarita se integro a mi familia como mi hermana, como la tía de mi hija, la queremos mucho aún, la seguimos recordando, fue muy significativa la enseñanza aquí en la escuela, dejo un legado que aun las generaciones que ella formo la recuerdan con mucho amor. El vinculo con la familia de “Mangui” es muy solido y cercano, su hijo José Manuel es como mi hijo, anoche que me hablo, me decía ¡Viejuca, Viejuca! Y en medio del dolor me reía. Somos una familia.
Maestra Zoila, cuando uno se queda en tierra y los seres queridos parten siempre hay algo que les decimos desde aquí y que nos sale del corazón, y que son palabras con las cuales les rendimos un homenaje ¿Cuáles serían las palabras de usted para ellas?
– Que siempre las recordare con amor, que viven en mí, aunque no estén físicamente, en mis clases, en mis formas de proceder docentemente, en mi forma de ejecutar y de tratar de que la danza baile, aunque estemos muertos.
Y en medio del dolor que sentimos, me queda la gratificación que sé, ¡Que ahora ella esta en un mundo mejor con su hija, y que las dos se amaban! Nunca he visto un amor de una hija por la madre, como ese amor que yo viví en carne propia con ellas.
